Poco a poco, seguimos contando qué estamos viviendo en Ojo de Sol.
El segundo fin de semana Beatriz Cuairán nos llevó de la mano hacia una realidad más allá de lo meramente material. Nos mostró que, igual que nuestros ojos no pueden percibir las frecuencias infrarrojas o ultravioletas y nuestros oídos no pueden escuchar ultrasonidos o infrasonidos -o sea, que nuestra percepción sensorial está imitada-, somos más de lo que nuestros sentidos nos permiten percibir.
Vimos la configuración y estructura del campo de energía que nos rodea y cómo interactúa con otros campos de energía. Practicamos a cuidarlo como cuidamos del cuerpo y probamos a percibir el campo de energía de otras personas.
Beatriz nos compartió una visión del ser humano que trasciende esta vida y cómo desde esa perspectiva “más allá de la vida” muchos de los sinsentidos en los que vivimos, tienen mucho sentido. Vivir con una perspectiva más amplia de quién eres, de dónde vienes y cuál es tu papel en esta vida que ahora vives, cambia tu percepción del mundo y te hace más consciente del papel que juegas.
Vivir así te otorga más comprensión, más poder sobre tu vida y, además, contribuye a disolver muchos miedos y temores que, con tanta frecuencia, nos impiden desvelar nuestro plan de vida y ofrecer nuestro talento.
Actuar en el día a día desde la conciencia de que estamos aquí por un motivo, por decisión propia, con un propósito que cumplir, lo cambia todo.
El dogma a día de hoy es que la conciencia que somos ha llegado hasta aquí por azar. El astrónomo Fred Hoyle explicaba que si en un hangar tenemos todas las piezas de un Boeing 747 -todas, hasta el último tornillo-, irrumpe un huracán y todas la piezas salen volando, en teoría, sería posible que -una vez pasada la tormenta- encontráramos un Boeing perfectamente ensamblado. En teoría. La probabilidad matemática de que eso ocurra es prácticamente cero. Incluso si imaginamos millones de tormentas y de intentos, nunca, nunca, nunca, saldrá un avión ensamblado. Eso no va a ocurrir. No es posible.
Un ser humano consciente es mucho más complejo que un avión. ¿Podemos seguir suponiendo que la conciencia que somos es simple materia y ha llegado hasta aquí por azar?